El músculo like/dislike aplicado al juego dramático

Algo que a menudo me confunde cuando trato de calibrar si estoy avanzando o retrocediendo en una escena es si debo fijarme en mis sensaciones, sean estas positivas o negativas. A menudo en la escena, y también en la vida, sentimos que vamos progresando, aun pagando algún peaje, y que quizás capítulos nada agradables merecen la pena en pro de un logro mayor. Por ello, propongo diferenciar el avance o retroceso en la escena (practicable en la diagonal y en el plano inclinado), de lo que llamaré el músculo like/dislike.

Voy a tratar pues de poner estos elementos en relación en el juego de la escena dramática. Esta herramienta tiene el objetivo fundamental de evitarme caer en la obviedad, y entrenar no sentirme necesariamente “alegre” cuando logro lo que deseo en la escena (quizás haya tenido que pagar peajes demasiado elevados) o desolada cuando no cumplo mis sueños (ya que puedo tal vez aspirar a un bien mayor).

¿Cómo se vincula este músculo a la corriente de acción protagonista-antagonista? Te propongo esta imagen: el músculo like/dislike es la espuma de la ola y la acción principal, encarnada por la oposición protagonista-antagonista, la corriente profunda del mar. Imaginemos dos ejemplos: el primero, un personaje que acude a una fiesta en lugar de quedarse estudiando, lo cual le ayudaría a prosperar según su deseo profundo. Es obvio que no estará triste o enojade toda la escena, ya que precisamente acudió para tener sensaciones agradables. No obstante, no estar haciendo lo que siente que debe hacer, le irá medrando durante la escena, aunque en conjunto predominen en ella las sensaciones agradables. Y el ejemplo opuesto. Un personaje en una situación desagradable, para quien su acción interna se va abriendo paso. Un preso inocente, por ejemplo, que persiste y se fortalece a pesar del trato inhumano y las penalidades a las que se enfrenta.

De hecho, no puedo calcular las sensaciones que voy a tener durante una escena, pero mi experiencia me enseña que tengo determinados hábitos, o prejuicios, o ambos que me hacen asociar experiencias a sensaciones. Para entrenarme a disolver esas asociaciones limitantes te propongo también una práctica. En primer lugar, cuando entreno las acciones físicas, siempre lo hago asociándoles sistemáticamente imágenes positivas y negativas. Esto es crucial ya que, si las acciones no tienen vinculadas sensaciones de uno u otro signo, tampoco lo tendrán las palabras asociadas a dichas acciones y habrá menos posibilidades, o eso creo, de responder de manera prejuiciosa a una determinada interacción en escena. Así pues, en escena, estaremos atendiendo a sensaciones positivas y negativas sumadas a corrientes profundas menos visibles de avance o retroceso las cuales, nos habremos entrenado a no homogeneizar.

A continuación, os propongo una práctica para explorar el músculo like/dislike vinculándolo al equilibrio sobre los pies. Ahí va.Centra el peso de tu cuerpo en las plantas de los pies, chequea que el peso está equilibrado entre talón interno y externo, base del dedo gordo y base del dedo pequeño. Piensa en cualquier cosa que te resulte agradable, sitúala en el espacio (sea un objeto real o una imagen) explora la sensación que provoca en tu cuerpo y permite que el peso del cuerpo se desplace hacia la cosa o se aleje de ella. Comprueba si el impulso fue el de alejarte o el de acercarte. Al impulso de acercarte le llamo like y al de alejarte, dislike.

Recuerda que puedes acercarte en la escena (como en la vida) a cosas, personas o situaciones que te provoquen rechazo y viceversa, alejarte de algo o alguien que te guste o atraiga, pero esa corriente será la de la acción, y estará en el fondo de la escena, hay quien a la oposición de la corriente profunda con la superficie le ha llamado subtexto. Mi experiencia es que esa otra corriente profunda está en un lugar de repercusión menos visible en la escena, si no directamente más lenta, pero se trata de la corriente de acción, y por tanto de la corriente principal de la pieza. Me resisto por ello a supeditarla al texto, que no es más que la espuma del mar, y a colocarle el prefijo sub-.

Pero volvamos a la práctica. Si te cuesta reconocer en el cuerpo el equilibrio sobre los pies, prueba a reconocer la sensación de levantar los pulgares (como diciendo ok) y acercarte físicamente a algo o alguien. Haz lo mismo con pulgares abajo (como diciendo ko), aléjate de ello. Esta tip solo es aplicable si en tu entorno cultural significan algo para ti los pulgares arriba y abajo, y si significan algo parecido a ok y ko (si no, ignora esto por completo).

Puedes trabajar en todo momento con ojos cerrados o abiertos. Practica tantas veces como lo necesites para poder percibir las sensaciones independientemente de si tus ojos están abiertos o cerrados. Si ya tienes escena o texto, practica con el músculo like/dislike pasando por la escena con tu partner e incluso explorando todas las combinaciones like/dislike que se os ocurran, en silencio o en voz alta, hasta que puedas habitar esas sensaciones sin interrumpir la fluidez de tu respiración. Abrirte a las infinitas sensaciones posibles a lo largo de cualquier situación dramática, es el objetivo final de esta herramienta.

Acción, prota, anta y pívot

Hemos visto que, en el juego dramático, reconocemos un espacio-tiempo único (o por lo menos, principal). Este hecho provoca que

La diagonal

Para maximizar el espacio de acción protagonista y antagonista en un conflicto determinado me sirvo del propio espacio de juego.

La pendiente

Para acabar de calibrar el entrenamiento ajustado a cada tipo de material o para simplemente entrenar distintos calibres de juego

El pivot

Hemos visto que cuando se introduce un tercer personaje o pívot en el juego dramático, este suele variar su afinidad